Cristian García, campeón de España de rallys en 2016.

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Cristian García provoca una rabia difícil de encajar, sobre todo cuando has logrado entrar en el Olimpo del automovilismo nacional. Cristian García se coronó campeón de España de rallys en 2016.
Christian garcía, campeón de España de Rallyes

Cristian García, a la entrada del concesionario ‘Tu coche’ de venta de automóviles de segunda mano en La Puebla de Alfindén.
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Hay relatos de éxitos deportivos que guardan un final amargo. El que protagoniza el piloto turiasonense Cristian García provoca una rabia difícil de encajar, sobre todo cuando has logrado entrar en el Olimpo del automovilismo nacional. Cristian García se coronó campeón de España de rallys en 2016: un hito para este deporte en la Comunidad, una gesta única por su consecución. Pero han pasado dos años, y su estado de ánimo ha sufrido un carrusel de emociones: de tocar el cielo a sentir «impotencia». Huérfano de patrocinios, se ha quedado en casa sin poder competir en el Campeonato de España de Rallys de Asfalto (CERA). Su salida profesional: vender coches de segunda mano en La Puebla de Alfindén.

«Con lo que ha costado subir, la bajada ha sido en picado. Te quedas ahí y el golpe de realidad es brutal», asume Cristian García, con gesto contrariado. El pasado fin de semana, el Nacional aceleró en tierras gallegas con la celebración de la primera prueba, el XXIV Rally do Cocido en Lalín, donde se echó en falta al campeón aragonés. Su trayectoria deportiva ha sido objeto de seguimiento desde que el 11 de marzo de 2016 subiera al primer cajón del podio del 40º Rally Islas Canarias. Su primera victoria en un certamen de primer nivel. «Solo hubo un piloto de la tierra que triunfó en un Campeonato de España de asfalto y fue Mariano Lacasa: un éxito que coincidió en fecha con el nuestro, pero con una diferencia de 30 años». Casi nada.

Cristian García se convertía en la nueva sensación de la especialidad. Una carrera que surgió, como muchos apasionados a las cuatro ruedas, al calor del hogar. Su padre, Rafa, mecánico de profesión la igual que su abuelo, era un habitual de las pruebas del Regional de asfalto. «La gasolina corre por mi sangre», reconoce. El ímpetu del chaval le llevó al asiento del copiloto de su progenitor. «Es un buen lugar para aprender, para ver cómo reaccionan los pilotos, cómo se preparan las pruebas… Con 17 años logré el Campeonato de Aragón de copilotos, pero enseguida quise coger el volante», relata. Justo con la mayoría de edad, obtuvo el permiso de conducir y entonces vio claro el cambio. «Sentía que podía dirigir mi vida deportiva, el camino que quería», afirma.

De sus primeros pinitos en pruebas del Autonómico y subidas de montaña con coches prácticamente de serie, a dar el salto al Campeonato de España. Y a empezar a dibujar la curva de la felicidad. Una alegría que también contagió a la mujer que ha dictado su hoja de ruta sentada a su derecha desde hace una década, Rebeca Liso. «Siempre digo que Cristian es un piloto muy fino, seguro, rápido. Nunca ha perdido la concentración», señala la copiloto de La Puebla de Alfindén, que aprendió a manejarse con los coches, a comprenderlos, a guiarlos al lado de su hermano Óscar.

El tándem empezó a dar cuerpo a su currículum, con el trofeo del Autonómico de montaña con un Seat León Cupra, al que se añadirían la Copa Promoción y la de Rallys con un Citroën Saxo. Después de dos años (2011 y 2012) de parón por problemas mecánicos, en 2013 se inscribieron en la Copa Suzuki Swift. «Fue una época de amateurismo total. Los coches los preparábamos en el taller que tuvimos (Carrocerías Denver); arreglábamos todo, cargábamos los repuestos y al rally. Gracias a la ayuda de amigos, como los hermanos Jesús y Rubén Valdenebro, a mi tío Pedro Martínez, a mi padre, a mi madre Mamen… Todos han hecho un esfuerzo tremendo para seguirnos», relata García.

Premio al talento

Después de rodarse por toda la Península al volante de un Swift, en 2014 llegó el punto de inflexión: «Teníamos una pequeña partida económica guardada y apostamos todo a la Beca RMC, que premia el talento automovilístico de jóvenes promesas. Y ganamos con un Ford Fiesta R2″. El trofeo más valioso: 30.000 euros para diseñar el proyecto deportivo de 2015. El aragonés exhibía velocidad e inteligencia, aptitudes que valoró el preparador Roberto Méndez, del equipo leonés RMC Motorsport, el hombre que vio en Cristian García un diamante en bruto.

La pareja de moda del automovilismo aragonés se subía un año después a un potente Mitsubishi Evo X, una montura con la que plantó cara a todos sus rivales para llevarse la Mitsubishi Evo Cup. Una carta de presentación suficiente para convencer a la marca japonesa –relanzada con el apoyo de Repsol– de que uno de los volantes en el CERA de 2016 tenía que ser suyo. «Era el sueño hecho realidad. La posibilidad de poder codearte con los mejores. Pese a esa sensación de vértigo del debutante, la temporada fue mágica. Y la repercusión de nuestros triunfos fue increíble. Por fin nos sonreía la suerte», rememora Cristian. Siete triunfos (de nueve posibles) para alcanzar la cúspide del Campeonato de España. Los reyes del asfalto. Y, con 25 años, Cristian convertido en el piloto más joven en inscribir su nombre en el palmarés del certamen, desde que el mundialista Dani Sordo se coronara con 23 en 2005.

«Esperemos que este título se traduzca en patrocinadores», solicitaban los protagonistas nada más terminar el mágico curso. Su petición no encontró respuesta. «Es frustrante», repiten en una sola voz. El castillo de naipes empezó a desmoronarse. Repsol decidió abandonar, por motivos económicos, a los dos jóvenes y a su constructor, RMC Motorsport. Sin fondos para abordar la campaña 2017 en la que aspiraban a compaginar asfalto y tierra.

En la búsqueda desesperada de un mecenas que creyeran en su proyecto surgió el asturiano Daniel Alonso y de su empresa MMR Bikes. «No entendía que un campeón de España se quedara tirado. No entendía que nadie apostara por nosotros. Nadie en Aragón nos echó una mano y Daniel salió al rescate. Hay cosas que son difíciles de asimilar…». Los aragoneses ocuparon un Ford Fiesta R5 e iniciaron la campaña con brío: triunfos en el Rally Sierra Morena, Villa de Adeje y Ourense. Dos abandonos y tres accidentes marcaron la campaña, con más sombras que luces, pero que aún se salvó en octubre, cuando se codeó con la élite mundialista en el 53 Rally RACC de Cataluña, donde finalizó en una meritoria vigésima posición.

La puntilla en 2018

Fin de un año agridulce y esperanzas depositadas en un nuevo programa, más ambicioso: el FIA European Rally Championship (ERC), y desde aquí, soñar con un Mundial. «El presupuesto para el Nacional es de 200 a 250.000 euros. Si queríamos hacer el Europeo –con lo que RMC nos apoyaba– necesitábamos 350.000 euros. Y para el Mundial 500.000. Son cifras mareantes. Nos centramos en tratar de salir fuera de España, por dar un salto de calidad también desde la estructura de Roberto Méndez, mi patrón. Pero los números nunca han salido», se lamenta Cristian García. El piloto, que tras arrasar en asfalto en 2016, tener un prometedor inicio en 2017 al volante de un R5 y colocarse en la rampa del salida del WRC, está fuera de juego.

Ha llamado «a todas las puertas posibles». En su búsqueda de patrocinios le ha acompañado el presidente de la Federación Aragonesa de Automovilismo (FADA), Ánchel Echegoyen. «Es muy desesperante que después de tener un campeón de España por primera vez en la historia de esta tierra, y, lo más importante, que lo ha conseguido siendo el más joven al igual que Dani Sordo, no podamos verlo en categorías superiores en las que, estoy seguro, conseguiría grandes resultados. Porque lo demostrado hasta ahora no se había visto por ningún piloto en España», asevera el federativo.

Echegoyen tiene claros los motivos de por qué resulta imposible que surja un espónsor. «En España son escasas las ventajas fiscales que una empresa puede obtener por ayudar a un equipo o a un deportista. No existe una Ley de Mecenazgo. Otros países tienen importantes desgravaciones, que permiten acometer grandes proyectos. Dentro de esta falta de ayudas, vemos cómo pocas empresas aragonesas de perfil internacional, y que pueden aprovecharse de este interesante escaparate publicitario, se involucran en apoyar a un deportista aragonés con proyección internacional. Y las aportaciones públicas son insuficientes para los presupuestos que se manejan en estas categorías del automovilismo», explica el máximo responsable de la FADA.

Cristian García intenta buscar respuestas, un discurso positivo con el que ver algo de luz. «Es un problema de afición. En otras comunidades como País VascoAsturias o Galicia las empresas ayudan. Aquí, lamentablemente, ni te conocen. Como no les gusta este mundo no se valora el esfuerzo que cuesta hacer cima… Mi familia ya lo tiene asumido: hemos fundido los ahorros desde que empezamos en 2009. Vas sumando años y es mucho dinero gastado por un ideal», dice con pesar.

Sin volante, el campeón ha buscado una salida, sin bandera a cuadros, provocada por la necesidad de «ganarse la vida en algo». Junto con su padre Rafa han puesto en marcha hace apenas un mes un negocio de venta de vehículos de ocasión –‘Tu coche’ (tucochezaragoza.com)– en La Puebla de Alfindén. «La solución está en casa. Mi padre ya no dice nada. Algún día tenía de llegar. Estamos tristes porque no es la situación deseada. Pero hay que mirar hacia delante. Trataremos de hacer alguna carrera por Aragón para no perder el contacto. Mientras, a ver si sale algo. La esperanza no la pierdo», concluye Cristian García.

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